Un día dos árboles despertaron. Eran dos olmos. Irónicamente, su vejez no significaba experiencia, pues habían pasado toda la vida dormidos. Uno le preguntó al otro:
-¿Qué hacemos aquí?
-El segundo, sin saber la respuesta, se limitó a divagar: Supongo que siempre hemos estado aquí. Somos parte del planeta, como una extremidad más.
-Le falta algo a tu respuesta –replicó el primero-. Nuestra función en todo esto. Por lo que veo, somos los soldados olvidados de una guerra silente. Los kamikazes del planeta, nacemos, y todos estamos destinados a morir por la misma causa:
Sacrificarnos, para mantener la vida de otros que probablemente no aprecien el esfuerzo.