El alquimista, viendo sus logros recientes, decidió ponerse un reto más grande; convertir el amor en papel.
Utilizando técnicas milenarias que había aprendido en su larga carrera, le echó mano al asunto. Nada parecía funcionar, estuvo a punto de entregarse a la frustración, hasta que por fin lo logró. El resultado: Un retazo de papel blanco que apenas le cabía en la mano.
¿Y ahora qué hago con esto? –Dijo el hombre en voz baja-
Lo primero que le vino a la mente fue hacer origami. Unos minutos después, había hecho un cisne de papel.
La conclusión del hombre mientras contemplaba su creación fue:
El amor y el origami son perfectos, en papel.
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