Miró a los lados. Éste es el lugar perfecto, -pensó-. Afinó su instrumento hasta armonizar de la manera que quería. Comenzó con una tonada en ´Mi menor´ esperando compañía. Otros se le unieron cuando lo pensaron correcto. La noche y el reflejo de la luna eran los directores, las sombras su audiencia. Su concierto progresó hasta un éxtasis que culminaría con la salida del sol. Y así, culminó otra noche en la vida del grillo.
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