viernes, 22 de abril de 2011

Réquiem de una noche.


Miró a los lados. Éste es el lugar perfecto, -pensó-. Afinó su instrumento hasta armonizar de la manera que quería. Comenzó con una tonada en ´Mi menor´ esperando compañía. Otros se le unieron cuando lo pensaron correcto. La noche y el reflejo de la luna eran los directores, las sombras su audiencia. Su concierto progresó hasta un éxtasis que culminaría con la salida del sol. Y así, culminó otra noche en la vida del grillo.

domingo, 10 de abril de 2011

El truco.


     Volvió en sí. Miró a los lados, oscuridad total. A pesar de no saber el tamaño del espacio que lo rodeaba sintió una gran claustrofobia. Escuchó cientos de voces murmurando a lo lejos, y la voz de un hombre de mediana edad un poco más cerca. De pronto, una fuerza sobrenatural lo separó del piso, se hizo la luz. Lo primero que vio fue la cara de asombro de un centenar de personas. Miró hacia la derecha, un joven de capa sostenía una varita con una mano, con la otra lo sostenía a él. Miró hacia abajo, había un sombrero de copa volteado sobre una mesa. En ese momento recordó quien era. Tengo que cambiar de trabajo. –Pensó el conejo-.

sábado, 9 de abril de 2011

El mundo abstracto.


     Abrió los ojos, podía sentir la arena húmeda en sus manos. Se levantó, no sabía dónde se encontraba. Era el mundo más extraño que había visto. Lo primero que notó fue un gorrión que volaba de reversa. Por alguna razón todos los árboles estaban secos, quizá por algún holocausto. Se dispuso a caminar hasta que se encontró con una pared en medio de la nada. Era semitransparente. Al acercarse lo suficiente pudo ver como del otro lado se encontraba Salvador Dalí con pincel en mano, su lienzo era el lado opuesto de la pared. El hombre se sintió agotado. Miró su reloj de pulsera, estaba derretido. Se acostó de nuevo en la arena, exhausto, pensando:

El tiempo pasa volando cuando vives dentro de un cuadro de Dalí.

martes, 5 de abril de 2011

Origami.


     El alquimista, viendo sus logros recientes, decidió ponerse un reto más grande; convertir el amor en papel.
Utilizando técnicas milenarias que había aprendido en su larga carrera, le echó mano al asunto. Nada parecía funcionar, estuvo a punto de entregarse a la frustración, hasta que por fin lo logró. El resultado: Un retazo de papel blanco que apenas le cabía en la mano.

¿Y ahora qué hago con esto? –Dijo el hombre en voz baja- 

     Lo primero que le vino a la mente fue hacer origami. Unos minutos después, había hecho un cisne de papel.
La conclusión del hombre mientras contemplaba su creación fue:

El amor y el origami son perfectos, en papel.

lunes, 4 de abril de 2011

Alquimia de un silencio.


     Luego de pasar su vida estudiando la alquimia, pensó que ya era hora de aplicarla. Intentemos lo que nadie ha hecho –Se dijo a sí mismo-, volver tangible un silencio.
     Se dedicó a estudiar la composición del silencio. Hasta qué, con ayuda del espejo y un poco de magia, lo logró. El asombro cubrió las paredes. Helo ahí; un silencio comprimido en una pequeña esfera, sin textura, sin peso, sin olor.
     Lo sostuvo entre sus manos, tembloroso, sin saber qué hacer con él. Entre tanto nerviosismo se le resbaló y cayó al piso. Lo primero que le vino a la mente al hombre en pánico al ver cómo caía su creación fue:

“Lo bueno del silencio es que no se rompe al caer”.

viernes, 1 de abril de 2011

El reflejo.


     -Intentaba identificar en que parte del día se encontraba. Miró a todos lados, hasta que notó una sombra derramada. ¿Quién dejó esto aquí? –Preguntó-.
     -Vine por mi cuenta, -respondió la sombra-. A diferencia de ti, no tengo creador. Para algunos soy la puerta de un pequeño abismo, para otros, la muestra de su propia existencia.
     -Conversaron por horas, hasta que el hombre entendió que la sombra era solo el reflejo de sus miedos, un espejo abstracto.

lunes, 28 de marzo de 2011

La guerra silente.


Un día dos árboles despertaron. Eran dos olmos. Irónicamente, su vejez no significaba experiencia, pues habían pasado toda la vida dormidos. Uno le preguntó al otro:
-¿Qué hacemos aquí?
-El segundo, sin saber la respuesta, se limitó a divagar: Supongo que siempre hemos estado aquí. Somos parte del planeta, como una extremidad más.
-Le falta algo a tu respuesta –replicó el primero-. Nuestra función en todo esto. Por lo que veo, somos los soldados olvidados de una guerra silente. Los kamikazes del planeta, nacemos, y todos estamos destinados a morir por la misma causa:
Sacrificarnos, para mantener la vida de otros que probablemente no aprecien el esfuerzo.

domingo, 27 de marzo de 2011

El duelo.


Intentó alejarse, pero la incomodidad del silencio lo acechaba. Pensó en abandonar todo lo que ya había construido, por el simple hecho de no querer enfrentarse consigo mismo. Todo se resolvió haciendo un pacto con el espejo: Se tratarían como simples conocidos.

Bitácora


Día 1:

Abrí este blog, para escribir los disparates que no quepan en 140 caracteres.

Y pues, eso.