jueves, 30 de junio de 2011

El pueblo fantasma.


Irónicamente, el sendero que conducía al pueblo fantasma terminaba en el vacío, a orillas del acantilado. El caminante sólo debía encontrar la entrada correcta, gritar las palabras exactas para que el eco le abriera el portal. Una vez dentro todo era diferente; las casas no tenían puerta, sólo ventanas. No estaban hechas para entrar ni salir, sólo para mirar. El aroma le era familiar, cómo el olor de la plastilina recién sacada de la caja, le recordaba a su niñez. Siguió caminando en busca de un guía, sólo escuchaba murmullos. Ciertos detalles debieron darle idea de donde se encontraba, pero el miedo le quitó toda objetividad. Intentaba recordar cómo había llegado, y la razón de su visita. En ese momento apareció el guía.
-¿Cómo llegaste aquí? –Preguntó el guía-.
-No lo sé. –Respondió el hombre.
-¿Y qué buscas?
-Recuerdos.
-Entonces viniste al lugar indicado.
-¿Por qué, esto es el pasado?
-No, es el futuro, pero todos te recordamos. Eres atemporal.

1 comentario: