lunes, 12 de diciembre de 2011

Carga ligera.

El más común de los hombres fue el elegido para la gran tarea. Llevaba el mundo entre mano y mano, debía luchar contra la gravedad que le atraía las palmas hacia la superficie, en un abrir y cerrar de ojos podría destruirlo todo. Al principio la fuerza de rotación lo hacía intolerable, luego logró acostumbrarse a la asignación que le fue concedida. Las nubes le corrían entre los dedos condensando la humedad hasta hacerlos gotear; lluvia, la llamaban los que no conocían la procedencia del regalo celestial. Era una dura tarea, por momentos dudaba de sí mismo y su fuerza de voluntad. En esos momentos de ansiedad una fuerza estática le recorría todo el cuerpo hasta concentrarse en sus palmas sudorosas generando descargas eléctricas; tormenta, era el nombre concedido al efecto por los ingenuos habitantes del pequeño planeta. Luego de miles de años el hombre aprendió la lección de vida: No hace falta ser una deidad para tocar el cielo con las manos pero sí un inhumano para destruirlo.

martes, 29 de noviembre de 2011

El puente anacrónico.

El puente anacrónico tenía una época diferente en cada extremo, el horizonte cambiaba de fecha y forma conforme se avanzaba. Si se recorría de noche, podía verse el cielo lleno de formas fractales, parpadeando de claro a oscuro, mientras las constelaciones cambiaban de lugar en cámara rápida. Los que intentaron burlarlo recorriéndolo de reversa perdieron la cordura al ver como se deformaban sus sombras cual magma hirviente, atacadas por espasmos, intentando escapar de la gravedad. Nadie jamás pudo recorrerlo completo, al dar el último paso la persona era devuelta a la época y el lugar donde comenzó el recorrido, sin recuerdo alguno de lo que había sucedido.

La ciudad de humo.

La ciudad de humo no renació de las cenizas; ayudó a construirlas.
Nadie entraba ni salía, al contrario, era capaz de recorrer a las personas por dentro.
Era más fácil respirarla que recorrerla, quizá era la única forma de vencer a un laberinto sin paredes.
Existía un solo camino, de ida. El de vuelta era en caída libre y nadie lo utilizaba.
No tenía esquinas, los habitantes se sentaban a esperar pacientemente en la curvatura de la nada, mientras ciclos infinitos de fuego y oxígeno se repetían a sí mismos en una danza etérea.

martes, 23 de agosto de 2011

Contra la corriente.


     Se quitó los zapatos, los dejó sobre la arena. Se acostó sobre el agua para dejarse llevar, el cielo pasó a ser su pared.
Llévame hasta el final. –Le dijo a la corriente.- 

No hay final. –Le respondió la misma.- En el horizonte me devuelvo, todos los ciclos son infinitos.
La corriente lo tomó de la espalda, y procedió a navegar al hombre cual barco de papel mientras lo interrogaba:

-¿Qué pretendes con todo esto, quieres morir? –Le preguntó al hombre.-
-No pretendo nada, solo quería saber que se siente volar. –Respondió el hombre.-
-Pero, esto no es volar. –Dijo la corriente.-
-Si lo ves desde arriba, tengo el cielo reflejado en la espalda y me muevo entre las nubes sin esfuerzo; volar solo es un concepto, todo es posible con el punto de vista correcto.

domingo, 7 de agosto de 2011

El tatuaje.


Llevaba la vida tatuada en la espalda, para no verla pasar. La tinta estaba hecha de recuerdos. Las imágenes se derramaban cada cierto tiempo, para ser reemplazadas por nuevas memorias. Poco a poco el hombre se fue encorvando, hasta que no pudo caminar. El problema es que la vida pesa demasiado cuando se lleva a cuestas y no al frente.

jueves, 30 de junio de 2011

El pueblo fantasma.


Irónicamente, el sendero que conducía al pueblo fantasma terminaba en el vacío, a orillas del acantilado. El caminante sólo debía encontrar la entrada correcta, gritar las palabras exactas para que el eco le abriera el portal. Una vez dentro todo era diferente; las casas no tenían puerta, sólo ventanas. No estaban hechas para entrar ni salir, sólo para mirar. El aroma le era familiar, cómo el olor de la plastilina recién sacada de la caja, le recordaba a su niñez. Siguió caminando en busca de un guía, sólo escuchaba murmullos. Ciertos detalles debieron darle idea de donde se encontraba, pero el miedo le quitó toda objetividad. Intentaba recordar cómo había llegado, y la razón de su visita. En ese momento apareció el guía.
-¿Cómo llegaste aquí? –Preguntó el guía-.
-No lo sé. –Respondió el hombre.
-¿Y qué buscas?
-Recuerdos.
-Entonces viniste al lugar indicado.
-¿Por qué, esto es el pasado?
-No, es el futuro, pero todos te recordamos. Eres atemporal.

miércoles, 29 de junio de 2011

El parque.


Vivía en el parque. Por gusto, no por necesidad. Gustaba de ver pasar a las personas al amanecer. Era como una película sin guión. –Decía.- No saber quienes vienen, o quienes van. Tenía un comienzo, un intermedio, y un final que nunca iba a conocer. Esa era la mejor parte: la incertidumbre. A veces la certeza de los finales complica la existencia en sí. La magia sólo es real mientras el conejo está dentro del sombrero.

viernes, 24 de junio de 2011

La creación.

Los dibujos del niño comenzaron a cobrar vida, uno tras otro. No sabía si eran producto de su imaginación, así que se limitó a colorear los bocetos.
Las paredes tomaban formas diversas, según los creyones en su mano se movían en alguna dirección. Mundos increíbles pasaban directo de su mente al espacio que lo rodeaba. No dibujaré humanos. –Pensó.- Porque todo lo destruyen.
Mientras más se adentraba en sus creaciones, más entendía su significado:

Para crear mundos sólo se necesita imaginación, para destruirlos sólo hace falta crecer.

jueves, 9 de junio de 2011

Realidad subjetiva.


-Hola –dijo el hombre.- 
-Hola –Respondió la silueta en la pared.-
-¿Quién eres?
-Soy la muerte.
-¿Quién te envió?
-Nadie, siempre he estado aquí. Solo me hice visible.
-¿Y, cómo sé si eres real?
-Si lo piensas bien, nada lo es. Ser tangible no te hace real. La realidad es inherente a cada persona.
-¿Y ahora que me dijiste el secreto, me vas a llevar?
-No tengo a donde llevarte. Ni siquiera yo tengo lugar.
-¿Por qué?
-Sólo existen dos mundos; el que tienes delante de tus ojos y el que tienes detrás de ellos. No vine a llevarte; vine a abrirte la puerta, tú escoges si la utilizas de entrada o de salida.

viernes, 22 de abril de 2011

Réquiem de una noche.


Miró a los lados. Éste es el lugar perfecto, -pensó-. Afinó su instrumento hasta armonizar de la manera que quería. Comenzó con una tonada en ´Mi menor´ esperando compañía. Otros se le unieron cuando lo pensaron correcto. La noche y el reflejo de la luna eran los directores, las sombras su audiencia. Su concierto progresó hasta un éxtasis que culminaría con la salida del sol. Y así, culminó otra noche en la vida del grillo.

domingo, 10 de abril de 2011

El truco.


     Volvió en sí. Miró a los lados, oscuridad total. A pesar de no saber el tamaño del espacio que lo rodeaba sintió una gran claustrofobia. Escuchó cientos de voces murmurando a lo lejos, y la voz de un hombre de mediana edad un poco más cerca. De pronto, una fuerza sobrenatural lo separó del piso, se hizo la luz. Lo primero que vio fue la cara de asombro de un centenar de personas. Miró hacia la derecha, un joven de capa sostenía una varita con una mano, con la otra lo sostenía a él. Miró hacia abajo, había un sombrero de copa volteado sobre una mesa. En ese momento recordó quien era. Tengo que cambiar de trabajo. –Pensó el conejo-.

sábado, 9 de abril de 2011

El mundo abstracto.


     Abrió los ojos, podía sentir la arena húmeda en sus manos. Se levantó, no sabía dónde se encontraba. Era el mundo más extraño que había visto. Lo primero que notó fue un gorrión que volaba de reversa. Por alguna razón todos los árboles estaban secos, quizá por algún holocausto. Se dispuso a caminar hasta que se encontró con una pared en medio de la nada. Era semitransparente. Al acercarse lo suficiente pudo ver como del otro lado se encontraba Salvador Dalí con pincel en mano, su lienzo era el lado opuesto de la pared. El hombre se sintió agotado. Miró su reloj de pulsera, estaba derretido. Se acostó de nuevo en la arena, exhausto, pensando:

El tiempo pasa volando cuando vives dentro de un cuadro de Dalí.